¿Podrá lograr el socialismo un día, que en el mundo no exista el Vaticano, que no reine la duda de lo arcano y que se muera de frio la alegría?
No existirá ese día la opinión, y suprimido el pensamiento diferente, las bases de Alberdi estarán ausentes, el honor y el amor andarán a la deriva.
La certeza no tendrá cabida, en manos del relativismo, cuando Serrat derrote al capitalismo, con los bolsillos llenos de dinero.
No habrá dolor porque no habrá nostalgias, y nadie cruzará a la otra orilla, porque viviremos como Alicia en el país de las maravillas.
¿O como la Bella durmiente, sumidos en un sueño dormiremos? Y si alguien sueña con la vuelta, quememos las naves, como dijo el poeta.
Entonces habrá muerto la esperanza, porque esperar sería una agonía, si consigue el socialismo un día, borrar para siempre la conciencia.
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